miércoles, 21 de octubre de 2009

Y el séptimo día, ganó Dieguito

Siete días pasaron de la clasificación de la Selección al Mundial y del exabrupto de su entrenador. Fueron, entre otras cosas, siete días de una batalla mediática en la que Diego Maradona fue muy atacado por algunos y defendido por otros.


Siete días pasaron desde que Maradona les dedicó su última frase célebre a los críticos “mala leche” y sus palabras pasaron al centro de la escena, relegando que Argentina clasificó al Mundial en una de las peores Eliminatorias en mucho tiempo, no solo por resultados, sino por el juego.


Siete días pasaron desde que Maradona dejó de ser el técnico de la Selección y volvió a ser Diego Armando Maradona, el personaje con la capacidad de enfrentar de la boca para afuera a quien quiera y sin importar las armas. Maradona volvió a subirse al pedestal desde el que recibe y lanza disparos porque se cansó de ser incapaz de defender a su equipo. Porque hasta hace siete días, Maradona era el entrenador que podía dejar afuera a Argentina del próximo Mundial. Porque hasta hace siete días, la Selección recibía muchas críticas, de las “mala leche”, pero también de las otras, que no eran pocos ni infundadas.


Siete días pasaron, y estas últimas críticas quedaron en un segundo plano. Ahí ganó Dieguito, pero la Selección perdió siete días.