ARG78| El partido más sospechado
El 21 de junio de 1978 se enfrentaron en Rosario Argentina y Perú por la tercer jornada de la segunda fase de grupos del Mundial Argentina 1978 y con el correr de los minutos y de los seis goles argentinos convertidos, la sospecha generalizada creció y aún sigue hoy, 29 años después.
La Selección argentina debía ganar por cuatro goles de diferencia para superar a Brasil y clasificarse a la final frente a Holanda.
Se dijo y se sigue diciendo que el partido estuvo comprado, que la donación que el gobierno militar argentino le hizo a Perú tiempo después corresponde al pago por dejarse perder, se sospecha que el arquero que fue seis veces a buscar la pelota adentro de su arco, Ramón Quiroga, se dejó hacer los goles por su condición de ser argentino (estaba nacionalizado para jugar en la Selección de Perú) o que el defensor Rodolfo Manzo había sido coimeado.
El arquero argumenta que no se comió ningún y que la mayoría fueron en el área chica, le pasa el fardo a sus compañeros.
La historia de Manzo es un poco más trágica. Cuando volvió a su pueblo después de la Copa del Mundo, sus compatriotas lo trataron de traidor y vende patria.
Otro hecho que alimenta el mito es el explosivo que fue detonado exactamente en el momento que Argentina logra el 4-0 en la puerta de la casa del ministro de haciendo de ese momento, Juan Alemann. El por entonces ministro siempre advirtió las irregularidades económicas en la preparación del Mundial y señaló al almirante Emilio Massera como autor intelectual del atentado.
Los que aseguran que Argentina ganó limpiamente ese partido se agarran de las dos pelotas en los palos que pegó Perú en los primeros minutos del partido. Los defensores de esta posición son los jugadores e integrantes del cuerpo técnico.
En Apuntes de Selección | Mundial Argentina 1978 y Deporte y dictadura
En Notas de fútbol | 1978: Argentina, un campeón bajo sospecha
En RPP | Ramón Quiroga: "No me comí ninguno de los seis goles"
En FIFA | La ficha del partido
La Selección argentina debía ganar por cuatro goles de diferencia para superar a Brasil y clasificarse a la final frente a Holanda.
Se dijo y se sigue diciendo que el partido estuvo comprado, que la donación que el gobierno militar argentino le hizo a Perú tiempo después corresponde al pago por dejarse perder, se sospecha que el arquero que fue seis veces a buscar la pelota adentro de su arco, Ramón Quiroga, se dejó hacer los goles por su condición de ser argentino (estaba nacionalizado para jugar en la Selección de Perú) o que el defensor Rodolfo Manzo había sido coimeado.
El arquero argumenta que no se comió ningún y que la mayoría fueron en el área chica, le pasa el fardo a sus compañeros.
La historia de Manzo es un poco más trágica. Cuando volvió a su pueblo después de la Copa del Mundo, sus compatriotas lo trataron de traidor y vende patria.
Otro hecho que alimenta el mito es el explosivo que fue detonado exactamente en el momento que Argentina logra el 4-0 en la puerta de la casa del ministro de haciendo de ese momento, Juan Alemann. El por entonces ministro siempre advirtió las irregularidades económicas en la preparación del Mundial y señaló al almirante Emilio Massera como autor intelectual del atentado.
Los que aseguran que Argentina ganó limpiamente ese partido se agarran de las dos pelotas en los palos que pegó Perú en los primeros minutos del partido. Los defensores de esta posición son los jugadores e integrantes del cuerpo técnico.
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